La intensidad de la luz no es otra cosa que la cantidad de luz que hay sobre el lugar u objeto al que vayamos a fotografiar.
Nuestros ojos se acomodan rápidamente a las condiciones de luz existentes. Cuando hay un cambio en la intensidad de la luz en seguida nos adaptamos a la nueva situación. Por el contrario, a nuestras cámaras les tenemos que indicar esos cambios; para ello, y lograr una toma correcta, utilizamos el famoso triangulo de la exposición.
Los tres elementos que forman el mencionado triangulo son la velocidad de exposición, la abertura del diafragma y la sensibilidad. Tendremos que jugar con esos tres valores para conseguir una exposición correcta (0 EV). Si no lo hacemos así, podremos tener una toma subexpuesta (falta de luz) o, todo lo contrario, una sobreexpuesta (demasiada luz).
¿Cómo podemos modificar la intensidad de la luz? Pues bien, eso dependerá si trabajamos con luz natural o luz artificial. Si trabajamos con luz natural lo tendremos que hacer jugando con los valores del triangulo de la exposición o buscando un lugar adecuado a nuestros propósitos (lugar en sombra, día soleado, nublado, etc...), ya que no tendremos control directo con la intensidad de la luz. Por el contrario, si trabajamos con luz artifical, sí que lo podremos hacer, bien variando la potencia del flash o modificando la distancia de éste al sujeto que estemos fotografiando.
Variar la potencia del flash es sencillo y fácil de comprender, pero para el segundo supuesto (modificar la distancia de la fuente de luz al objeto/sujeto fotografiado) es importante conocer cómo se comporta la luz y cómo debemos proceder para ello.
Podríamos pensar que si alejamos una fuente de luz al doble de la distancia en la que se encontraba, tendremos una pérdida de la mitad de su intensidad. Pues bien, esto no es así. Esta regulado por lo que conocemos como la regla de la inversa al cuadrado; una fórmula muy compleja que soy incapaz de exponer y mucho menos de explicar pero que, simplificándola mucho, podríamos tomar como referencia esta:
Supongamos que hacemos una foto a nuestra/o modelo y situándola/o a un metro de distancia obtenemos una exposición correcta (0 EV). Si situamos nuestra fuente de luz a 2 metros, no llegará el 50 % de su intensidad sino del 25 % (-2 EV), si la situamos a 3 metros, la intensidad que le llega será del 11 % (más de -3 EV), y así sucesivamente... Tendremos que tener esto en cuenta para configurar rápidamente los valores y tener una toma correctamente expuesta.
Para esta serie de fotografías he utilizado un modificador de la luz: Un reflector con un plato difusor, lo que fotográficamente se conoce como Beauty Dish. Este modificador se comporta de una manera muy particular si lo situamos a la distancia correcta (se suele encontrar entre 1 y 2 veces en tamaño de su diámetro). En el centro, la calidad de la luz que proyecta es dura, pero a medida que se aleja a los extremos se convierte en mucho más suave. Además, tendremos que tener en cuenta la regla expuesta anteriormente, ya que, si lo colocamos como en este caso relativamente cerca y por encima de la cabeza, la caída de la luz puede ser muy pronunciada...
En el fondo he colocado un flash desnudo para hacer un contraluz y que recorte el pelo de la modelo.
Primero hice una exposición con el flash de contra para, graduando su potencia, ajustar la exposición y lograr el efecto deseado. Una vez conseguido, gradué la potencia del beauty dish para conseguir una iluminación correcta. Hecho esto, mientras no cambien las distancias de las fuentes de luz a la modelo, se pueden hacer todas las tomas que se quieran que siempre saldrán bien expuestas...
Datos de las tomas:
Objetivo: Sigma 90mm. f/2.8 Macro (135 mm. eq. en FF)
Datos exposición: f/9 - 1/125 seg. - ISO 400
Flash Youngnuo 460 II + Disparador inalámbrico + Beauty Dish (de fabricación casera) + flash Neewer NW-561
Modelo: Mamen Pascual
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