martes, 22 de junio de 2021

Un día en el castillo de Loarre.

No eran las seis de la mañana de un 23 de abril cuando llegamos a nuestro destino: El castillo de Loarre. Buscamos el mejor encuadre, plantamos el trípode, montamos la cámara sobre él y compusimos la toma. Por delante nos quedaría todo un día de observación en el que íbamos a realizar fotografías a distintas horas del día, pero sin modificar el encuadre elegido.

Poco antes de las siete, con todo ya preparado, se empezó a iluminar el cielo. Fue un momento mágico en el que el sol nos brindó unos colores que, junto con las nubes y las formaciones terrestres, hacían un conjunto único para el deleite de nuestra vista. Rojos, violetas, azules y amarillos moldeaban un conjunto que nos dejó petrificados. Tal fue así, que casi se nos olvida el motivo de nuestra excursión… oprimir el disparador, Click, la primera toma.


Duró poco, la verdad… Rato después, el cielo estaba ya cubierto de nubes dejando paso a lo que nos hacía prever un día soso y aburrido. Click, la segunda fotografía.


Pasadas las doce del mediodía se empezó a oscurecer el cielo. Unas nubes negras, junto con un continuo ruido sordo, hacían presagio de que una gran tormenta se acercaba. En un momento dado, empezaron a verse diversos rayos que nos pusieron en alerta… Si al final, ésta venía hacia nosotros, lamentablemente deberíamos abandonar la sesión. No obstante, click, iba ya la tercera foto.


Afortunadamente pasó de largo y pudimos continuar con la sesión. Las nubes se empezaron a abrir, dejando un precioso paisaje que bien merecía la cuarta instantánea. Click.


Sobre las ocho de la tarde empezó a oscurecer. Previo a lo que denominan "hora azul", nos encontrábamos en la "hora dorada"… En esta ocasión, al igual que por la mañana, los colores cálidos dominaban el paisaje; pero esta vez eran los  amarillos y ocres, junto con los morados intensos de las nubes que todavía quedaban los que, nuevamente, formaban un conjunto de ensueño. Click, y ya iban cinco.


Al final el cielo se despejó dejando paso a una serena noche estrellada. No queríamos abandonar todavía, aunque ya estaba bien entrada la noche. No sé a ciencia cierta si era el deseo de que sucediera algo extraordinario o la certeza de que iba a suceder, el caso es que allí estuvimos esperando… Al final, el esfuerzo mereció la pena, y no, no podíamos creer lo que estábamos viendo: ¡¡Una aurora boreal en la Hoya de Huesca!!. Me temblaba el pulso cuando oprimí el disparador… Click…


RIIING, RIIING, RIIING… Dios mío, ¿qué es ese ruido…? ¡Vaya!, el despertador…

Datos de las tomas:
Cámara: Sony DSLT A77
Objetivo: Sigma 24 mm. f/2.8 Macro (36 mm. eq. en FF)
Datos de exposición: f/10 - 1/40 seg. - ISO 100 - Panorámica de tres tomas con idénticos parámetros
Otros: Fotos de los cielos descargados de Pixabay

2 comentarios:

  1. bonito relato, acompañado de mejores fotos. Un artista. Fuerte abrazo

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    1. Muchas gracias Carlos. Me alegra mucho que te guste y te haya hecho pasar un "ratico" majo... Que de eso se trata... Un abrazo grande.

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