Cuenta la mitología griega que hace muchos, muchos años, Dédalo y su hijo Ícaro se encontraban presos en la isla de Creta. A toda costa querían escapar, pero el rey Minos controlaba todas las salidas… todas menos una: el aire.
Al darse cuenta del hecho, Dédalo, que era un arquitecto y artesano muy hábil, comenzó a trabajar en la forma de volar por encima de las murallas de la prisión y, usando plumas, hilo y cera, construyó unas alas para él y otras para su hijo. Cuando al fin las tuvo hechas, le enseñó a volar.
El día previsto y antes de alzar el vuelo, le advirtió que no lo hiciera muy alto ya que el calor del sol podría derretir la cera que sustentaban las plumas e irremediablemente caería al vacío.
Emprendieron el vuelo por encima de las murallas de Creta y comprobaron con gran alegría que eran libres. Tanta fue la emoción que llevó al joven Ícaro a cometer la gran imprudencia de volar demasiado alto. Tanto lo hizo que el sol terminó por fundir la cera haciendo que éstas se fueran desprendiendo poco a poco. Cuando se percató ya era demasiado tarde, cayó al mar y falleció.
Su padre, más prudente, nunca abandonó la altura segura y, finalmente, llegó a su destino…
Soñar, soñar mucho y volar, pero ser prudentes con vuestras decisiones…
Datos de las tomas:
Cámara: Sony A700
Objetivo: Sigma 24 mm. f/2.8 macro (36 mm. eq. en FF)
EA: Estabilizador de cámara activado
Foto del fondo: f/22 – 1/10 seg. – ISO 400 – EA
Foto primer plano: f/7.1 – 1/80 seg. – ISO 100
Sombra de alas dibujadas mediante la herramienta curvas de Photoshop
No hay comentarios:
Publicar un comentario