Solo nos separaban 50 kilómetros de nuestro alojamiento vacacional al Monumento Natural de Ojo Guareña… No podíamos dejar de visitar este fantástico enclave, formado por un conjunto de cuevas con casi 100 kilómetros de longitud y considerado el más extenso de España y uno de los 10 más grandes del mundo.
Su formación se debe a la erosión de los ríos Trema y Guareña, sobre todo este último, que se cuelan por la caliza creando un verdadero laberinto de cuevas para buscar una salida al exterior. En el interior de ellas hay varios santuarios prehistóricos y hasta cuatro especies de invertebrados cavernícolas exclusivos de estas cuevas.
La labor erosiva de estos ríos provocó la formación de múltiples cavidades excavadas en la roca. Una vez que las aguas abandonaban esos lugares, muchos de esos recovecos fueron utilizados para la construcción de santuarios o viviendas; y desde entonces hasta hoy mismo, todas las culturas las han venido utilizando para la realización de prácticas religiosas y/o administrativas.
Ejemplo de lo anterior es la ermita de San Tirso y San Bernabé y, junto a ella, la sala del ayuntamiento que fue utilizada como lugar de sesiones hasta el año 1.924.
De entre las diversas formas de visitar ese lugar elegimos la más accesible, ¡que ya vamos teniendo una edad…! Las otras dos opciones, consideradas como turismo de aventura, son espeleopaseos por diversas cuevas que no están del todo acondicionadas y en las que incluso no está permitido el acceso a menores de 12 años.
Con nuestra elección pudimos ver la galería de los Silos y la ermita dedicada a San Tirso y San Bernabé, donde se encuentran una gran cantidad de frescos, todos ellos anónimos, que relatan los martirios y milagros del Santo y que están datados entre los años 1705 y 1877.
Cuando visitéis Burgos, hacer un hueco para visitar este lugar que está a menos de 100 kilómetros de la ciudad y, con toda seguridad, os va a sorprender muy gratamente.
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