Seguramente, si salís de paseo una noche con luna nueva, sin nubes en el cielo y el algún lugar donde no haya demasiada contaminación lumínica podréis apreciar una franja “lechosa” que recorre el firmamento. Efectivamente, es la vía láctea (nuestra propia galaxia) y, cumpliendo con las anteriores condiciones, la podremos ver a lo largo de todo el año.
Al igual que los demás astros, la vía láctea aparece por el este y se pone por el oeste y dependiendo de la estación del año en la que nos encontremos tendremos que mirar en una dirección u otra para hallarla.
Ahora bien, si queremos verla en todo su esplendor tendremos que esperar para incluir el centro galáctico. Éste no es visible durante todo el año ya que, durante ciertos meses, sale durante el día y por lo tanto, no será visible. Si como yo te encuentras en el hemisferio norte lo podrás ver durante los meses de marzo a octubre, siendo visible durante más horas entre abril y julio. Por el contrario, en el hemisferio sur se puede ver de febrero a octubre.
En las fotos que os muestro, como se puede apreciar, no está visible el centro galáctico ya que están realizadas hace pocos días… Una pena, tendré que esperar a mayo o junio del año que viene para sacarlo en todo su esplendor… Os prometo que mostraré los resultados.
Para la realización de este tipo de tomas tenemos que tener en cuenta una serie de premisas:
Si no queremos que las estrellas aparezcan como líneas, debido al movimiento de la tierra, tendremos que aplicar la regla del “500”. ¿Cómo se postula? Bien, esta regla nos dice que para que las estrellas se muestren como puntos en el firmamento deberemos de dividir 500 entre la focal que estemos utilizando. Es decir, en el caso de estas fotos utilice una focal de 16 mm. (24 mm. eq en FF); por lo tanto 500 divido de 24 nos da 21, que son los segundos que como máximo podríamos utilizar para lograr nuestro propósito. Yo aún “estiré” un poco más hasta los 30 segundos por lo que, si ampliáramos la imagen al 100 %, se podría apreciar que las estrellas dejan de ser puntos para convertirse en pequeños trazos; un pequeño inconveniente que tuve que asumir.
Nuestra cámara será incapaz de hacer una medición correcta, por lo que tendremos que hacerlo mediante “ensayo y error”. Como he comentado en el punto anterior, la velocidad ya la tenemos definida por lo que nos quedarán la abertura del diafragma y la sensibilidad. En cuanto al primer parámetro, está claro: la abertura máxima que podamos. Con respecto a la sensibilidad, suelo empezar con 3200 ISO que sé que me ofrece un ruido aceptable y fácilmente corregible en la edición.
Sobra decir que, en este tipo de tomas, el uso de un trípode firme y estable así como el disparo en RAW es una condición "Sine qua non". También es sumamente recomendable utilizar un disparador remoto para evitar trepidaciones en la cámara tras oprimir el disparador.
Y eso es todo... En mi caso particular, suelo emplear los siguientes valores: 16 mm. (24 mm. eq. en FF) – f/3.5 – 20 seg. – ISO 3200. Tras una primera exposición compruebo en la pantalla LCD de la cámara el histograma obtenido para, si es necesario, en una segunda toma hacer las correcciones pertinentes.
Datos de las tomas:
Cámara: Sony SLT A77V
Objetivo: Sony DT 16-105 mm. f/3.5-5.6
35 mm. (52 mm. eq. en FF) – 1/250 seg. – f/11 – ISO 100 – Flash TTL |
16 mm. (24 mm. eq. en FF) – 30 seg. – f/4 – ISO 3200 - Trípode – Cable disparador
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Via láctea: 16 mm. (24 mm. eq. en FF) – 30 seg. – f/4 – ISO 3200
Iglesia: 16 mm. (24 mm. eq. en FF) – 20 seg. – f/8 – ISO 500
Trípode – Cable disparador |
Despidiendo el día, saludando a la noche (1ª parte)