Y digo bien, tomado… Llevo ya unos años (más con peor que con mejor fortuna) intentando no tomar fotos, sino hacerlas; pensando y reflexionado sobre lo que tengo delante antes de oprimir el disparador.
El proceso que sigo podría resumirse así: miro, elijo, veo, encuadro, compongo y finalmente disparo.
Los mecanismos necesarios para conseguir una buena exposición, así como el conocimiento de nuestra cámara son muy importantes, pero, cada vez más, debemos reconocer que las cámaras actuales nos facilitan todo ese trabajo dejándonos para nosotros quizás el más importante: Componer.
Disponemos de muchos recursos que nos pueden facilitar ese trabajo: el desenfoque, la “regla de los tercios”, el “espacio negativo”, la “ley de la mirada” y tantos otros, o incluso todo lo contrario, rompiendo con todo lo aprendido… Uno muy sencillo son las líneas guía. Las podemos encontrar en casi cualquier sitio, sólo hay que buscarlas: Caminos, árboles, ramas, barandillas, escaleras… nos pueden servir para guiar la mirada del espectador a través de nuestra fotografía.
En este primer ejemplo un camino en forma de “S” nos adentra hasta el fondo de de la composición. Estas formas son un elemento muy recurrente en fotografía: la suavizan, aportan sensualidad, transmiten profundidad y nos ayudan a dirigir la mirada.
En el siguiente ejemplo, nuevamente una línea nos guía por toda la composición "obligándonos" a recorrer el encuadre de izquierda a derecha, como si de un párrafo se tratase, facilitándonos así su “lectura”.
Sony DSLR A700 - Sony DT 50 mm. f/1.8 SAM - f/9 – 1/60 seg. – ISO 400 – Estabilizador de cámara activado |
Por último, en este otro ejemplo, las ramas hacen de guía y nos llevan hasta el centro de interés de la toma. Su inclinación nos provoca cierta tensión que es contrarrestada con el formato elegido (apaisado 1/2) que nos transmite tranquilidad y estabilidad.